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Lo que hemos construidos de nuestros hijos


Es innegable que para todo buen padre sus hijos son lo más importante del mundo, la niña de sus ojos, su todo, por lo que estarían dispuestos a brindar su propia integridad física si es necesario. “Quiero que ellos tengan y disfruten de lo que yo nunca tuve o disfruté”, “quiero que ellos no pasen por todo lo que yo he pasado”, a tal punto llegan estas frases que nos convertimos en sobreprotectores.

El riesgo de ser sobreprotectores radica en que no permitimos que desarrollen sus propias experiencias de vida, que no desarrollen defensas ante los factores externos, llámese la sociedad, las relaciones interpersonales o hasta su propio sistema inmunológico. Cierto es, que estamos en un periodo difícil de nuestra vivencia como lo es la pandemia actual, la cual, como he dicho anteriormente, nos ha llevado a evolucionar, pero, que gracias a Dios, no afecta en gran manera a nuestros niños.

En el transcurso de este tiempo de pandemia, nuestros hijos están en casa, prácticamente 24 horas 7 días a la semana, la interacción con sus padres y hermanos es constante trayendo consigo conflictos en algunos hogares, algunas familias viven en un ambiente cordial y fraterno, pero existen muchos que, al estar tanto tiempo interactuando, crean conflictos entre sus miembros.

Las discusiones entre hermanos o entre padres e hijos es cosa cotidiana. Muchas veces las palabras inadecuadas y los malos gestos persisten llegando en algunas ocasiones a la agresión física. ¿A qué se debe? Los factores que llevan a los conflictos intrafamiliares son múltiples y muy diversos, quiero enfocarme en dos específicos que se relacionan con la educación de los hijos y lo que acarrea en la relación con sus padres.

Padres sobreprotectores: Esos que no permiten que sus hijos tengan contacto con la tierra, para que no se ensucien, que, aún adolescentes, no les permite que se acerquen a la cocina para que no se quemen, que les hacen la tarea para que no fracasen, que lo que corren para complacerles cada vez que abren la boca.

Ahora viven lo que crearon, cosechan lo que sembraron, comen del fruto plantado

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Hijos que no saben hacer nada: Esos que no colaboran en el hogar, no saben sembrar una yuca, no saben cocinar un huevo, que ahora que sus padres necesitan de su ayuda, se percatan de que sus hijos no quieren y no les interesa aprender. Su mundo es el celular, la computadora o la televisión. Los chicos se levantan a las de 9:00am a 10:am preguntando ¿qué hay de comer? Se les ve todo el día de la cama al sillón y viceversa, con celular a mano. El mundo actual les demanda que deben estudiar en casa y el padre debe estar presente para que el niño o adolescente desarrolle, pues estos mismo jóvenes, son lo que no les permitían hacerlo solos antes del confinamiento.

Cuando esto ocurre, vemos un padre o al otro echándose la culpa, sino el culpable es el Gobierno, las escuelas o los colegios. A todos menos a nosotros mismos. Ellos son el producto de años de amor mal proyectado a la sobreprotección, ahora les piden hacer algo y corren el riesgo de hacerlos enfurecer y que te increpen directamente.

Debemos reflexionar y proyectar nuestros sentimientos de amor de la forma más adecuada. La corrección es amor, la educación con reglas bien definidas es amor, el enseñarles a tus hijos oficios y designarles obligaciones es amor, edúcalos para defenderse cuando tú no estés, para que en el hogar sean un apoyo y no un factor de violencia intrafamiliar, enséñales el valor de ser proactivos y no de ser atendidos, pues, si no aprenden, tendrán una vida más dura que la que tuviste tú ¡Créeme!, el mundo allá afuera no perdona a los que no son indispensables.

La amenaza de todo hijo (a); “tu no me amas, yo no te amo…no te quiero”, “si me amaras no me mandarías hacer algo, me darías lo que te pido”, no caigan en esos sobornos sentimentales ni en lágrimas, dígales; “ No sé si usted me ama o no, pero usted a mí me respeta, no me ame si no quiere, pero me respeta”, usted es el padre, recuérdele siempre que usted decide, con o sin sobornos sentimentales, porque una buena educación, y a tiempo, es ejemplo del verdadero amor que usted le tiene a sus hijos, y cuando ellos sean adultos, le prometo que se lo van agradecer.

Que Dios me los bendiga

Lic. Abelardo Pérez

Asesor y Consultor en Seguridad

Fundador de la Academia Sistema Mixto de Defensa Personal

YouTube; Abelardo Pérez

Instagram; @abape70

Panamá- Tlf: +507 6958-3816

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